Las ofertas de las capitales

Vivir en una gran capital tiene sus ventajas, pero también sus desventajas. Vivir en una ciudad como Madrid o Barcelona es algo que hay que pensar muy mucho, yo lo intenté en varias ocasiones por cuestiones de trabajo, pero tuve que desistir por qué no fui capaz de adaptarme a la gran ciudad.
Lo que más me molesta de estos sitios es el continuo estrés en el que se vive, todo el mundo corre de un lugar para otro, siempre con prisas, siempre corriendo a todos lados. A mí eso no me va, no es que yo sea una persona tranquila, en absoluto, pero me tomo la vida de otra manera, disfrutando de cada salida a la calle, disfrutando de las vistas y los olores y eso os aseguro que no se puede hacer en Madrid.

Lo que si se puede hacer es encontrar grandes descuentos en grandes firmas y en comercios locales. En unos de mis intentos por adaptarme a la ciudad conseguí encontrar varias y muy buenas ofertas neumaticos madrid por lo que conseguí por muy poco dinero cambiar las cuatro ruedas a mi coche. También se puede encontrar una gran oferta en restauración que para los que adoramos la comida es un punto muy a su favor. Disfrutar comiendo es bueno, es muy bueno siempre y cuando lo hagas equilibradamente y después hagas un buen ejercicio que te permita seguir en forma.

Lo que también me gusta es el ambiente nocturno que se vive en las calles más emblemáticas de estos lugares, con ese montón de personas pasándolo bien, sobre todo en los acontecimientos importantes como pueden ser festivales, eventos deportivos o las fiestas navideñas. Todas esas cosas me gustan mucho de la gran ciudad pero no lo suficiente como para dejar la tranquilidad del pueblo y pasar a vivir a una ciudad en la que no conoces a nadie y sabe que por mucho tiempo que pase no cambiará dado a que hay miles y miles de personas por las calles, jamás conseguirás un saludo. La cercanía con las personas es algo que se echa mucho de menos en las grandes capitales y es algo fundamental para personas que como yo nos hemos criado en pueblos en los que casi todos nos conocemos y vas por la calle con una sonrisa en los labios y sabiendo que a la vuelta de la esquina te encontrarás a alguien a quien saludar.

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